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Juan Barte publica Freedom Tastes of Reality, un fotolibro sobre la libertad individual y la reivindicación del cuerpo
Juan Barte, de la mano de Formidable Books, ha publicado el fotolibro Freedom Tastes of Reality que ya cuenta con una segunda edición. Un proyecto que se ha prolongado durante más de nueve años y que reflexiona sobre la importancia del cuerpo y la libertad individual.
Por Carlota Biel
“De pequeño no había nada ni nadie del mundo de la fotografía o el arte en mi entorno” confiesa el fotógrafo. Juan Barte describe su interés por la fotografía como una atracción “latente” pero “con grandes periodos durmientes”, algo que afirma que podría deberse al hecho de no tener estímulos exteriores. Por lo que no fue hasta 2014, después de llevar a cabo algunos proyectos, cuando decidió aparcar su carrera como diseñador gráfico y dedicarse de lleno a lo que realmente le emociona: hacer fotografías. “Digamos que ha sido una vocación tardía, algo que se da más a menudo de lo que pensamos en las artes. Kandinsky, Rothko o Chandler, son buenos ejemplos” subraya el autor.
Ha sido finalista en el PhotoLondon Book Dummy Awards 2019 y actualmente co-coordina el PhotoBook Club Madrid, un espacio donde se promueve activamente la difusión de la cultura fotográfica a través de eventos mensuales. Con Formidable Books ha publicado su último trabajo llamado Freedom Tastes of Reality, un fotolibro que vio la luz por primera vez en 2020, pero que ya va por la segunda edición.
Lo que quiero decir con esa frase es que mis fotografías están entre lo escenificado y lo espontáneo. Mi punto de partida es el proyecto, algo que quiero contar, y por lo tanto determino la persona, el lugar, y ciertas cosas que me gustaría que ocurriesen delante de la cámara. Por supuesto siempre teniendo en cuenta la personalidad, trayectoria y circunstancias de la persona retratada, no es un simple modelo. A partir de este planteamiento previo, animo a los retratados a tener iniciativa propia y elaborar e improvisar a partir de la premisa inicial. En ese momento surge lo espontáneo, es un intercambio. De modo que, aunque las imágenes comienzan como algo escenificado, posado, el resultado no es premeditado, hay una mezcla entre lo escenificado y lo espontáneo, por lo tanto, entre ficción y realidad.
Por un lado, es un intento de borrar la barrera artificial entre distintos géneros fotográficos, algo que está más al servicio de historiadores que al de fotógrafos. Por otro, el resultado son imágenes de las que no te puedes fiar, abiertas a la interpretación, reflejando así la inestabilidad de nuestro tiempo.
En realidad, al contrario que la mayoría de los fotógrafos que empiezan con blanco y negro y posteriormente pasan al color, yo empecé haciendo fotografía en color, para mí fue algo natural. Pero los resultados que obtenía siempre me dejaban con una sensación de insatisfacción. Ya vemos el mundo a color, así que para ver el mundo tal cual, no necesitamos la mediación del artista a través de la cámara.
Quería generar una versión más personal del mundo. Intenté añadir capas de subjetividad con distintos procesos, fotografiando mis propias fotografías, por ejemplo. Un día tras muchas probaturas, pasé una imagen a blanco y negro y fue como una revelación. De pronto vi como lo más obvio desaparecía y a la vez emergía algo más profundo. Había encontrado una herramienta, que lejos de registrar el mundo tal cual es, me permitía interpretar la realidad, ofrecer mi visión personal, y contar algo propio. Descubrí que tanto la atemporalidad del blanco y negro como su abstracción son cualidades que van naturalmente en la dirección hacia la que quería llevar mi trabajo. De pronto fue como tener el viento a favor.
En el fotolibro Freedom Tastes of Reality hay una única imagen a color. ¿Tiene algún significado especial?
Sí, es cierto que hay una imagen a color, el primer plano de un puño cerrado cubierto de pintura goteando, pero su papel es estético y de transgresión, un acto de rebeldía contra mí mismo, una llamada a la atención al lector, un golpe visual que refuerza la narrativa del libro.
El proyecto Freedom Tastes of Reality nace en 2010 y se prolonga durante 9 años… ¿Sabías desde un inicio que acabaría convirtiéndose en un fotolibro?
Sí, normalmente concibo mis proyectos en forma de fotolibro, aunque después además puedan traducirse a otros formatos como exposición, web, etc. Para mí el fotolibro es el espacio donde es más factible plasmar de una manera completa lo que quiero contar, mi discurso. Es donde las ideas, las imágenes y la forma se unen para convertirse en una obra en sí misma. Es decir, el fotolibro es la obra, no es una simple colección o recopilación de fotografías. Es una forma de arte autónoma, comparable a una escultura, una obra de teatro o una película. En el libro, las fotografías pierden su propio carácter como mensajes por ellas mismas y se convierten en los componentes de una creación más compleja. En la que todos sus elementos apuntan y se coordinan hacia un mismo objetivo. No se puede quitar una página o una foto sin correr el riesgo de alterar su sentido. Porque el sentido de las imágenes depende de su posición antes, junto, o después de otra, y también el sentido de todo el libro.
El otro aspecto que me gusta de este formato es que permanece, te permite hacer síntesis y cerrar una etapa, porque ya no es modificable. Necesito, en algún momento, sentir que he llegado a una conclusión, que he avanzado, resuelto o cuando menos, terminado algo.
Podemos ver que han participado una infinidad de artistas en el fotolibro, ¿cómo llegas a ellos/as? ¿Los conocías con anterioridad?
Para este proyecto fotografié cerca de 80 artistas. Aunque tras la edición, en colaboración con un buen amigo y experto en fotolibros que prefiere mantener el anonimato, no todos están en el libro. Algunos ya los conocía, y una vez comenzado el proyecto me fueron recomendando a otros. También hay muchos estudios compartidos que me permitieron establecer nuevos contactos, pero la mayoría los contacté como lo que se llama puerta fría, sin ningún contacto previo. Todos me abrieron generosamente las puertas de sus estudios y casas, tomaron el tiempo para las sesiones de fotografías, me mostraron sus procesos de trabajo… en este sentido, esto ha sido sinceramente lo mejor de hacer este trabajo. Tengo un gran agradecimiento a todos/as ellos, estén finalmente en el libro o no.
¿Cómo nace la idea de empezar con un trabajo que gira en torno al cuerpo y a la libertad individual?
Vivimos un momento en el que se está produciendo una descorporeización de las relaciones humanas y como consecuencia el cuerpo está dejando de ser el principal vector de experiencias. Parece que con cada nuevo avance tecnológico se produce una nueva exclusión de nuestro cuerpo de los avatares de la vida. Por ejemplo, un avance como el teletrabajo hace que la mayoría de formas de trabajo no exijan la presencia del cuerpo. De este modo se ha disociado productividad y presencialidad y del mismo modo se está produciendo amistad sin presencialidad, sexualidad sin presencialidad, formación sin presencialidad… Freedom Tastes of Reality nos invita a reflexionar sobre ese cuerpo cada vez más ausente. La vida ya no ocurre alrededor de nuestro cuerpo, hemos dejado de habitar el lugar físico en el que estamos y la vida ocurre en otra parte, discurre en una pantalla, allí donde no está nuestro cuerpo, es decir, ya no experimentamos el mundo a través de nuestro cuerpo, sino a través de pantallas: móvil, ordenador, TV, gafas de realidad
virtual… Los cuerpos de Freedom Tastes of Reality resisten su desplazamiento como vector de experiencias, interactúan directamente con los objetos, es decir, con la realidad. Son imágenes que ahondan en el concepto de experimentar la realidad a través de nuestros cuerpos presentes.Con esta vida líquida que llevamos, con una continua actualización y reinvención de nosotros mismos, y un yo expandido en los distintos universos digitales, el cuerpo se ha convertido en la única certeza, lo único que puede darnos un contorno definido y verificable, se ha convertido en un mapa de nuestra identidad.
¿Por qué decidiste cambiar el nombre del proyecto (de Enjoy a Freedom Tastes of Reality)?
Siempre que inicio un proyecto le pongo lo que podríamos denominar un nombre de trabajo. En un taller con el diseñador editorial holandés Sybren Kuiper al ver parte del material pensó en este nombre, Enjoy. Me pareció adecuado como nombre de trabajo, hasta el punto de que la maqueta que quedó finalista en Photo London Book Dummy Awards 2019, aún tenía este nombre. Pero a la hora de publicar el libro pensé que sería más adecuado un título menos conceptual y más descriptivo. Freedom Tastes of Reality contiene los elementos fundamentales del trabajo, libertad y realidad. La libertad tiene que ser física o no lo es, no solo basta con ver, también hay que tocar. La pandemia ha puesto esto de manifiesto de una forma muy evidente, nos hemos dado cuenta de que sin libertad de movimiento no hay libertad de verdad, y sin la libertad de interactuar físicamente con los demás, tampoco. El título se refiere a esa libertad, que si lo es de verdad, se huele, se siente, sabe a realidad (Tastes of Reality)
El libro tiene un diseño muy pensado. ¿Se busca algún objetivo con este diseño o solamente estética?
El libro está pensado para ofrecer al lector una experiencia determinada.
Un fenómeno común cuando vemos imágenes es el llamado reconocimiento inmediato. Cuando nuestros ojos comienzan a ver una imagen, el cerebro decide qué es más rápido, toma el control y construye una proyección del resto de la imagen, entonces la da por vista, comprendida, pasamos a la siguiente y ya no seguimos viendo.
Así que realmente no vemos la totalidad de la imagen que tenemos delante, sino que es completada por el cerebro tirando de imágenes almacenadas y conocimiento del pasado. La consecuencia es que tenemos dificultades para ver cosas nuevas. Es lo que nos impide ver el corte de pelo nuevo en esa persona que vemos todos los días.
Este proceso se ha intensificado con consumo de imágenes a través del móvil. El uso de Instagram, Facebook o Pinterest ha acabado por consolidar unos hábitos difíciles de romper aunque estemos utilizando otra tecnología como es el libro físico. Todos nos hemos sorprendido a nosotros mismos alguna vez, pasando las hojas de un fotolibro a gran velocidad.
Freedom Tastes of Reality está diseñado con la intención de obstaculizar el reconocimiento inmediato y obligarnos a ver. Por ejemplo, las imágenes divididas en ambas caras de la página de modo que solo es posible ver sus mitades por separado y unirlas en el cerebro después.
Mi idea era crear un objeto que proporcione una experiencia que invite a la contemplación, de modo que podamos abandonarnos al fluir de las ideas que nos suscitan las fotografías que estamos viendo. Intenta acostumbrar al ojo a mirar con calma y paciencia, solo de esta forma lo sutil, lo poco llamativo, lo volátil, puede revelarse.
Y por otro lado, trata de explorar y aprovechar al máximo lo que es exclusivo del libro físico como medio.
El resultado es que mirar se convierte en algo creativo, que mirar se convierte en ver, de modo que el libro no sea una experiencia manufacturada y pasiva sino un placer consciente y compartido entre autor y audiencia.
¿En qué momento decides plantear la distribución de las fotografías a ambos lados de una misma hoja?
En realidad, fue producto de un error. Durante el proceso de elaboración del libro, estaba trabajando en la maqueta previa. Lo llevé a imprimir y en el último momento decidí imprimir sin portada porque no estaba finalizada. Al quitar la página de portada del PDF olvidé sustituirla por una página en blanco. Cuando fui a recoger la copia y empecé a ojearla me di cuenta de que se había descuadrado toda la maquetación, de forma que las páginas enfrentadas ya no se correspondían. Como ya no tenía remedio me puse a pensar si se podía aprender de este error.
Me pareció que estéticamente había muchas fotografías que ganaban en fuerza y que
conceptualmente era muy interesante añadir el azar al proceso, ya que es algo presente en mi trabajo fotográfico, me pareció coherente incorporarlo también en el libro como objeto.
Así que apliqué uno de mis aspectos favoritos de la teoría del caos; el caos no existe como tal, es simplemente un orden no esperado. Lo que llamamos orden está basado en convenciones establecidas y experiencias anteriores, y a menudo, lo que llamamos caos es solo un orden diferente no visto antes.
Más adelante, conviviendo con esta maqueta, me di cuenta como esta nueva disposición de las imágenes me obligaba a una lectura mucho más activa y creativa, ya que estaba obligado a construir las imágenes mentalmente. Con el plus de que era algo que obligaba a una lectura más pausada evitando el famoso reconocimiento inmediato. Así que decidí mantener este caos.
Tu obra es una reivindicación constante… ¿Crees que tus trabajos son una forma de protesta?
No calificaría mi trabajo como protesta, más bien como una invitación a la reflexión sobre ciertos temas, simplemente pongo la atención sobre ciertos aspectos de nuestro mundo, presente o pasado. Puede que esto haga que la audiencia se cuestione lo que considera el estado natural de las cosas o lo que piensa que es inevitable que ocurra de determinada manera. En este sentido se puede producir una tensión que ciertas personas pueden calificar de protesta, pero esto será algo que está más en su mente que el trabajo en sí.
Habrá otros espectadores que consideren lo que ven acorde con su universo, no sentirán ninguna tensión al ver el trabajo, y por lo tanto no lo interpretarán como protesta. Siempre intento dejar la obra abierta a la interpretación. En este trabajo en particular las fotografías se presentan tal cual, conectadas por su actitud, tono y lugar, fotografía tras fotografía, dejando a la audiencia ese trabajo, o ese placer, de dar sentido a todas ellas y al conjunto. Es otra forma de intentar que el acto de mirar se convierta en algo creativo, que mirar se convierta en ver, que el libro no sea una experiencia manufacturada y pasiva sino un placer consciente y compartido.
¿Actualmente estás trabajando en algún otro proyecto? ¿Qué proyección tienes?
Sí, lo llamo Ciento Ochenta Grados. Es una mirada a los artistas que protagonizaron la segunda mitad de los años 60 y primera de los 70. Un periodo marcado por la continua experimentación y ampliación de límites, en el que existía el convencimiento de que lo mejor estaba por llegar. Unos años caracterizados por una energía desbordante que rompió barreras transformando la vida y las costumbres cotidianas en busca de un mundo nuevo y un futuro con “F” mayúscula.
Aunque es una mirada al pasado, no está guiada la por nostalgia, sino para poner la atención sobre el futuro que se planteó como posible en esa época, pero que nunca se materializó. Por lo tanto, no es volver a lo que fue aquel periodo, sino más bien a lo que podía haber sido. Lo que quiero decir es que no es un revival, en la creencia de que todo tiempo pasado fue mejor, vacío de sentido, sin ninguna referencia con el presente, sino la sintonía con las expectativas e ilusiones de una época en la que imaginar un futuro mejor era posible, y ponerlo en contraste con la actualidad en la que no se piensa en el futuro y si se hace es siempre como amenaza.
Ciento Ochenta Grados nos recuerda que el Futuro es posible porque hubo un tiempo en el que existió, utilizando de esta manera el pasado para cuestionar lo ausente en nuestro presente. Un avance de este trabajo se presentó en la galería de Madrid Espacio Valverde y justamente la semana que viene viajo a Barcelona para continuar después del parón obligatorio debido a la pandemia.