El artista español, Juan Barte, presenta su nuevo libro de fotografía Freedom Tastes of Reality.
Tras vivir en varios rincones del mundo (desde Los Ángeles, Madrid
hasta Tokio y Laos) y desarrollar su carrera en diseño gráfico para
empresas como The Walt Disney Company, Juan Barte terminó dedicando todas las horas del día a su pasión, la fotografía.
En Freedom Tastes of Reality Juan Barte
reivindica, de una manera muy especial, la ausencia del cuerpo. El
fotógrafo afirma que el cuerpo es actualmente la única certeza de
nuestra identidad, y paradójicamente está cada vez más ausente tanto en
la sociedad como en nuestra vida cotidiana. Hoy en en día experimentamos
el mundo a través de las pantallas, el cuerpo se deja de lado.
El hilo conductor de Freedom Tastes of Reality es el cuerpo. El objetivo de estas fotografías es suscitar todo tipo de ideas que fluyan en la mente del lector, el observador debe realizar un visionado reposado. Aunque las imágenes muestren la representación de una persona en particular (en este caso algunos de los artistas más destacados del nuevo panorama en la última década), no consiste en jugar al quién es quién sino en entender la metáfora del artista ya mencionada en el párrafo anterior. El lector toma un papel activo y de esta manera se pone en marcha un proceso de interpretación que enriquece la obra.
Freedom Tastes of Reality es un proyecto que gira en torno a la libertad del individuo, en el que se refleja la carnalidad como experiencia de los sentidos.
¿Cómo fueron tus inicios con la fotografía
En mi caso, no se da esa historia común a muchos fotógrafos en la que el
padre, tío o abuela les regala una cámara en su infancia, descubren la
magia de la fotografía, y ya no se separan de ella en toda su vida. Para
mí ha sido siempre un interés más bien latente, con grandes periodos
durmientes, probablemente por una falta de estímulo exterior, ya que en
mi entorno, no había nadie cercano al mundo de la fotografía o del arte.
Era algo que despertaba en mi ocasionalmente, pero nunca con la fuerza
suficiente, y enseguida quedaba latente de nuevo. Ha sido un proceso
largo, con muchas curvas y desvíos. Mi carrera anterior se desarrolló en
diseño gráfico, hasta que en un momento dado, tomé plena consciencia de
que lo que realmente me emociona es hacer fotografías.
Digamos que ha sido una vocación tardía, algo que se da más a menudo de lo que pensamos en las artes, Kandinsky, Rothko o Chandler,
son buenos ejemplos. Fue solo a partir de 2014, que con la crisis de
aquel momento, surgió la oportunidad de emprender este camino, y
dedicarme a la exclusivamente a la fotografía.
Vivimos en una era digital más que evidente, ¿qué opinas
sobre ello? ¿Freedom Tastes of Reality es una crítica a la
descorporización de las relaciones humanas o es una manera de llamar la
atención y señalar qué está ocurriendo en nuestra sociedad?
Es un intento de provocar una reflexión poniendo el cuerpo en el centro
del trabajo. Una tentativa de evidenciar, a través de mis imágenes un
proceso que se viene produciendo en los últimos años, y que, aunque se
ha intensificado y acelerado con la pandemia, al ser tan ubicuo, quizás
no somos plenamente conscientes del mismo. Hemos dejado experimentar el
mundo a través de nuestro cuerpo, la vida ha dejado de ocurrir a su
alrededor. Ya no estamos en el lugar que habita nuestro cuerpo, sino por
medio de pantallas (móvil, ordenador, consola, gafas de realidad
virtual…), estamos en otro lado, la vida ocurre en otra parte.
La consecuencia, es que estamos en la era de la descorporeización de las
relaciones humanas. Por ejemplo, la mayoría de formas de trabajo, ya no
exigen la presencia de nuestro cuerpo, se teletrabaja. De este modo se
ha disociado productividad y presencialidad, y del mismo modo se está
produciendo amistad sin presencialidad, formación sin presencialidad ,
sexualidad sin presencialidad… Freedom Tastes of Reality
reintroduce el cuerpo, ese cuerpo cada vez más ausente, ya que el cuerpo
se ha convertido en la única certeza de nuestra identidad, lo único con
contornos definidos y verificables en esta “vida líquida”, que tenemos.
¿Por qué motivo has seleccionado artistas del nuevo panorama
en la última década? (ya que lo que importa es el cuerpo, no el rostro)
El artista se ha convertido en el prototipo de individuo en la sociedad
actual. El conjunto de requisitos que antes se aplicaba exclusivamente a
los artistas, se ha extendido hasta convertirse en un ideal general.
Hoy en día, se supone que todo el mundo debe ser lo más creativo y
flexible posible, trabajar por iniciativa propia, tener un alto grado de
movilidad, buscar su pasión y aurorrealizarse. Así el artista que
tradicionalmente, o al menos desde la modernidad, ha sido creativo,
independiente, autosuficiente y decidido, se ha convertido en el modelo
del nuevo trabajador. Este, al igual que el artista, tiene ahora una
vida laboral desregulada, está radicalmente individualizado y tiene que
responsabilizarse de sí mismo. Por lo tanto, si quería reflejar un tema
central en la sociedad actual, como la progresiva desaparición del
cuerpo como vector de experiencias, tenía que ser a través de un
colectivo también central como son los artistas.
En este sentido tengo que agradecer inmensamente a los casi ochenta
artistas, que durante este tiempo me han abierto las puertas de sus
estudios y sus casas para realizar este proyecto.
Todas las fotografías son el blanco y negro, salvo una, ¿a qué se debe esa página a color?
Las limitaciones que ofrece el blanco y negro son para mí, una
oportunidad para concretar el discurso, en mi opinión, las cosas cuantas
más limitaciones tienen más específicas son. El color introduce
demasiada información, además, los colores tienen su propia
personalidad, y esto podría distraer de lo que intento contar con mis
imágenes.
En cualquier caso, ya vemos el mundo en color, para eso no necesitamos
la mediación del artista a través de la cámara. La indefinición y la
abstracción implícitas en las imágenes en blanco y negro, me ayuda a dar
una capa de subjetividad, a que mi trabajo sea una interpretación
personal del mundo.
El blanco y negro, también diluye la línea entre lo real y lo ficticio,
una línea que yo también difumino en mis fotografías, al involucrar a
los retratados en la narración que estoy construyendo a su alrededor, y
en el resultado final de la imagen. El resultado son fotografías en
tensión entre lo posado y lo espontáneo, de las que no te puedes fiar,
abiertas a la interpretación, reflejando así la inestabilidad de nuestro
tiempo.
Por lo tanto, en este sentido el blanco y negro, es el medio ideal
porque sus características naturales aportan a mi narrativa, van en la
misma dirección.
Sí, es cierto que hay una imagen a color en el libro, pero su papel es
estético y de transgresión, un acto de rebeldía contra mí mismo, una
llamada a la atención al lector.
En Freedom Tastes of Reality no se pueden ver las fotografías al completo, ¿por qué ese juego de organizara así las fotografías?
Freedom Tastes of Reality está diseñado para un visionado
reposado, que invite a la contemplación, de modo que el lector, pueda
abandonarse al fluir de las ideas que suscitan las fotografías que está
viendo. La puesta en página de las fotografías, intenta evitar el
fenómeno llamado reconocimiento inmediato; cuando nuestros ojos
comienzan a ver una imagen, el cerebro decide qué es más rápido, toma el
control, y construye una proyección del resto de esa imagen para
ahorrarnos tiempo. El problema es que lo hace tirando de conocimiento,
experiencias y otras imágenes similares almacenado en el pasado. En ese
momento, damos la imagen por comprendida, dejamos de ver y pasamos a la
siguiente. Es lo que nos impide notar el nuevo corte de pelo de esa
persona con la que estamos todos los días. La consecuencia negativa es
que tenemos dificultades para ver cosas nuevas. Es algo muy común con
imágenes online, que pasamos a gran velocidad y que por hábito, solemos
hacer también con las páginas de los fotolibros.
Para intentar evitarlo, el libro está concebido para crear una
experiencia solo posible con un objeto físico. Por ejemplo, hay varias
imágenes que están dispuestas a ambos lados de una misma hoja. Nunca se
puede ver esas fotografías al completo, la única forma es construirlas
mentalmente. Así el acto de mirar se convierte en algo creativo, mirar
se convierte en ver. Hace que el libro no sea una experiencia
manufacturada y pasiva sino un placer consciente y compartido entre
autor y audiencia.
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